Cuando llega el fin de la jornada,
la cena terminada, la mesa quitada, la cocina recogida...o casi.
Cuando la familia te ha dado el besito de buenas noches,
y uno a uno han ido a ocupar su cama,
o la mitad y un poco de la tuya...
Cuando el silencio se va adueñando del vecindario,
y tú te pones en la tele, con el volumen muy bajito,
esa película policiaca que tienes grabada desde hace meses
y que vas viendo como puedes, casi como si fuese una serie,
de media hora en media hora ...
Es en ese momento cuando la costura y yo nos solemos encontrar
para contarnos cómo nos ha ido el día,
y lo que esperamos hacer al día siguiente.
Para contarnos de la añoranza de los ratos de costura y conversación pasados con las amigas.
Para mantener los dedos ágiles, la mente activa,
el espíritu calmado.
Esos momentos son para mí
uno de los pequeños y apreciados placeres de la vida.
Parece mentira cuánto puede llegar a darnos
un ratico de costura.
Dear Jane a mi manera: B-8
2 comentarios:
Muy poético, en lenguaje todos. ¡Y muy cierto también! Tu bloque es encantador. Que tengas muchas veces como esta para calmar tu espíritu.
Habrá que retomar el Dear Jane, no te parece?.
Sería una pena que se quedaran esos bloques guardados en un cajón.
Un besin
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